Cómo (no) se aplica la ley de dependencia
PUBLICÓ
hace unos días este periódico el informe del Defensor del Pueblo
Andaluz sobre lo que está pasando aquí, no en Madrid, con las
prestaciones de la ley de dependencia a que tienen derecho nuestros
mayores.
Y lo que está pasando es lo que ya se sabía en la calle: que el
gobierno de la Junta de Andalucía ha dejado de dispensarlas mediante el
perverso procedimiento de no resolver los expedientes.
Pero lo más grave es que, siendo obligada y óptima la ocasión para hacer sangre (en sentido político, claro), tampoco la oposición en el Parlamento andaluz haya dicho nada significativo al respecto (¿es que acaso pasa lo mismo en las comunidades gobernadas por el Partido Popular?).
Pero lo más grave es que, siendo obligada y óptima la ocasión para hacer sangre (en sentido político, claro), tampoco la oposición en el Parlamento andaluz haya dicho nada significativo al respecto (¿es que acaso pasa lo mismo en las comunidades gobernadas por el Partido Popular?).
El
informe trae causa en el elevadísimo e inusual número quejas de
dependientes que, tras los trámites de rigor, de por sí desmesuradamente
dilatados (sólo quienes los padecen saben cuánto tiempo duran), están a
la espera de sus prestaciones (más de un año llevan), sin recibir el
reconocimiento de las mismas (el último trámite) por parte de la Junta
(¿no decían que las autonomías eran precisamente para acercar el
gobierno al ciudadano?).
Pues bien, el informe del Defensor concluye que todo obedece a un plan preconcebido de "prolongar de manera indefinida" la tramitación, "de forma tal que… nunca llega a resolverse".
Pues bien, el informe del Defensor concluye que todo obedece a un plan preconcebido de "prolongar de manera indefinida" la tramitación, "de forma tal que… nunca llega a resolverse".
Tengo que reconocer que me ha sorprendido tan valiente y
demoledor informe: que desde una institución pública se ponga de
manifiesto la realidad real de Andalucía y, sobre todo, que se haga
precisamente en una de esas fibras sensibles a las que con tanta
insistencia y jactancia recurre la propaganda oficial del régimen: esos
derechos sociales de que alardea a boca llena y de los que, frente a
reales o ficticios recortes que denuncia que realizan otros gobiernos,
el de la Junta se autoproclama su máximo adalid.
No obstante, hay un par de ideas que escapan del informe.
No obstante, hay un par de ideas que escapan del informe.
La primera va en clave
política, de decencia o dignidad política: si una autoridad o cargo
público justifica su condición y sueldo en la gestión y resolución de
los asuntos que le encargan las leyes, en especial, los que de verdad
importan a los ciudadanos (y la dependencia es, sin duda, uno de la
máxima relevancia, social e individual); si se descubre que ese cargo,
de una manera sistemática y deliberada, no resuelve los expedientes, que
hace dejación de funciones -pero cobrando indefectiblemente el sueldo-;
si se descubre, en definitiva, que es incapaz de gestionar las
prestaciones que la ley le encomienda (por lo que sea: porque le falte
el dinero -el informe minimiza esta excusa- o porque el que tenga se lo
gaste en otras cosas -sus prioridades, las suyas-);
si todo esto sucede
así, creo que la dimisión o cese del responsable último de la
Dependencia en Andalucía (no sé si el Presidente de la Junta, la
consejera de Bienestar Social o el titular -como lo llama su web- de la
Agencia de Dependencia) es lo mínimo que se puede esperar y exigir: que
deje paso a otra persona (del mismo, de otro o de ningún partido, porque
no es de esta política de lo que hablo) que seguro que, con el dinero
disponible (el mismo que tienen otras comunidades en las que, en cambio,
no sucede esto), consigue satisfacer las prestaciones, aunque para ello
tenga que prescindir de gastar en, qué digo, subvenciones de
cooperación exterior.
Y la segunda idea va en clave ya de Código Penal, que dice que "a la autoridad o funcionario público que, a sabiendas de su injusticia, dictare una resolución arbitraria en un asunto administrativo se le castigará con pena de inhabilitación especial para empleo o cargo público".
Y la segunda idea va en clave ya de Código Penal, que dice que "a la autoridad o funcionario público que, a sabiendas de su injusticia, dictare una resolución arbitraria en un asunto administrativo se le castigará con pena de inhabilitación especial para empleo o cargo público".
¿Acaso no es una decisión
arbitraria e injusta la de guardar en un cajón y no resolver los
expedientes?
No estoy seguro de que el comportamiento del autor de tan
vergonzoso y siniestro plan para negar las prestaciones a los
dependientes (¿quién lo ha urdido? ¿quién ha dado la orden de
ejecutarlo? ¡que dé la cara, por favor!) esté comprendido en la
definición del delito de prevaricación.
Pero si no lo está, poco le
falta y, desde luego, de justicia sería que estuviera, máxime porque sus
víctimas, personas de edad y sin posibilidad real de defensa, fallecen
las más esperando esas prestaciones que, con vulneración y desprecio
absoluto de la ley, el Gobierno andaluz les está sustrayendo.
De infame
manera, además.
Fuente : diariodecadiz.es/article/opinion
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