domingo, 16 de mayo de 2010

ANDALUCÍA - "HASTA AQUÍ NOS HAN LLEVADO"

Impresiones del líder de la oposición en el Parlamento andaluz sobre el plan de recortes del Gobierno

Hasta aquí nos han llevado

Javier Arenas Bocanegra


Se acabó la fiesta de las mentiras. Las fantasías de que se puede gastar sin control son ya atributos indelebles del socialismo "antisocial" de Zapatero y Griñán. Por contra, la brutal realidad de la crisis económica es ya patrimonio de todos los españoles, de todos los andaluces y, en mayor medida, de los sectores más débiles de nuestra sociedad.

Los pilares del Estado del Bienestar, cimentados por las generaciones de andaluces que, además de la autonomía, creyeron construir una Andalucía más justa, se tambalean.

Me pregunto qué pensará hoy un funcionario y su familia si dedicaron el fin de semana a visitar el Palacio de San Telmo. ¿Monumental escándalo del despilfarro engolado de Griñán en tiempos de crisis?

Por primera vez en la Historia de la democracia española, que es también la historia del mayor progreso económico y social de España, un gobierno ha congelado las pensiones y ha bajado el salario de los funcionarios. La guinda, el recorte de la Ley de Dependencia y la supresión del cheque-bebé, las dos joyas sociales de ZP.

Lo ha hecho, precisamente, el Gobierno que prometió no recortar jamás las prestaciones sociales. El que quiso ser Robin Hood, el señor Zapatero, ha acabado siendo el sheriff de Nottingham (el que crujía a impuestos a los ciudadanos hasta arruinarlos) y el que quiso ser como Zapatero, un iluminado del socialismo imposible, el señor Griñán, ha acabado siendo su marioneta.

No, no son los jóvenes andaluces del paro los que viven del cuento. El vivir del cuento ha producido en el presidente de la Junta tal alejamiento de la realidad que, 48 horas antes de que el castillo encantado de Zapatero se derrumbara como uno de naipes, la portavoz del gobierno de Griñán aseguraba que no se iban a producir "cambios abruptos".

¡¡Vaya intuición!!... Aunque en esto de la intuición, la paridad en el Gobierno andaluz es manifiesta.

Porque... ¡vaya intuición también la del señor Griñán al afirmar que "lo peor de la crisis económica había pasado" cuando lo peor, el más brutal recorte social de la historia reciente de España, estaba por llegar!

Al señor Griñán se lo he venido anunciando por activa y por pasiva: Cuando uno no hace los deberes, lo terminan pagando los más débiles. Ahí está Grecia.

Le he aconsejado austeridad con recetas al alcance de su mano: reducción de las consejerías a diez, recorte del 50% de los actos cargos, sensatez en los sueldos de los directivos de las empresas pública, que no pueden ganar más que el presidente de la Junta, racionalización del monstruoso sector público creado -y duplicado- para huir de los controles y le he exigido reformas para sacar a Andalucía del abismo económico y social para dotarla de unos servicios públicos de calidad.

La autonomía no se concibió como un instrumento al servicio del poder y sus atributos (más y más altos cargos, más y más coches oficiales, más y más entes públicos o más y mas empresas publicas). La autonomía se concibió como un instrumento de los andaluces para dotarse de mejores servicios y resolver sus problemas. La autonomía gana plenitud y sentido en función de las personas.

Después de treinta años de socialismo, ha llegado la hora de testar y auditar los servicios públicos mediante un grupo de trabajo en el Parlamento andaluz. Lo he solicitado porque se lo debemos a los andaluces.

Los andaluces somos los más débiles entre los débiles. Por eso, el señor Griñán debe bajarse del burro -o del caballo- y ponderar con tino cómo va a afectar el zapaterazo a nuestros bolsillos. Le he pedido la celebración de un pleno extraordinario para ello y avanzado las bases de la hoja de ruta de la sensatez.

Fusionar consejerías hasta reducirlas a un máximo de diez; recortar un 50% los altos cargos y los delegados provinciales; rebajar un 15% los sueldos del gobierno, altos cargos, parlamentarios y directivos de empresas públicas; reducir los apoyos institucionales a las organizaciones políticas y sociales; reconsiderar la proliferación de organismos y fundaciones; eliminar duplicidades y, por supuesto, redimensionar el sector público y profesionalizarlo.

Es la única manera de enderezar el camino por el que los Gobiernos de Chaves y de Griñán han errado. El problema histórico de fondo está en una Administración desproporcionada, sobredimensionada. El caballo grande ande o no ande puede ser bueno para los que cabalgan a los lomos del poder, pero no para los ciudadanos, que pagan con sus impuestos esa Administración.

El camino no es el que ha tomado el señor Griñán para que, en el último año, el sector público empresarial haya crecido en Andalucía el 14% frente a la media española del 7%. Esas empresas cuestan a los andaluces cinco mil millones anuales. Un respeto al sudor de tantas frentes.

El camino tampoco es el laberinto de derroche que ha llevado a trasladar las instalaciones de una consejería varias veces en dos años.

Es camino equivocado el que conduce a que en los últimos tres años se hayan dejado de invertir 3.200 millones de euros presupuestados y se hayan destinado a gastos corrientes 5.300 más de los presupuestados.

Ésa ha sido la hoja de ruta del señor Griñán en tiempos de crisis: gastar, despilfarrar y derrochar, y engordar y engordar al monstruo de la deuda: en cinco años, la deuda del Estado se habrá duplicado; en Andalucía, en tres años se habrá triplicado.

Mientras se perdían en Andalucía 100.000 empleos en el último año, la Administración de la Junta creaba 24.100 empleos.

Y a mitad de mayo, el Gobierno andaluz, el del millón de parados, aún no ha puesto en marcha planes de empleo (Memta y Proteja).

Ese camino, el camino del error imparable, deja en la cuneta a la Andalucía de la II Modernización y la Andalucía Imparable de tantos cuentos.

Hoy, cuando muchos jubilados ya saben que no podrán ayudar con sus pensiones a sus hijos en paro; hoy cuando muchos funcionarios (maestros, médicos, científicos, soldados, policías...) sienten la rabia del que ha de pagar los errores de otros; hoy, cuando muchas familias se preguntan por qué se mantienen vicepresidencias inútiles y ministerios vacíos si a ellas les quitan el cheque-bebé; hoy cuando muchos ciudadanos se preguntan si, de verdad, lo peor será lo que acaba de llegar (el zapaterazo), no cabe más que apelar a nuestra grandeza como andaluces y españoles.

Somos un gran pueblo y hemos hecho grandes cosas cuando hemos sabido cambiar lo que nos hacía fracasar por lo que nos conducía al éxito.

Hubo una vez un partido -el PP- que metió a España en el euro por la puerta grande de Europa y hubo una vez un partido -el PSOE de Zapatero- que a punto ha estado (¿o está?) de echarnos por la puerta de atrás. Por sus hechos han conocido los españoles y los europeos a unos y a otros.

Lo peor sólo pasará cuando los españoles y los andaluces, con sus votos, pasen página de los gobiernos que los han llevado a un estado de extraordinaria desconfianza.

Un estado de ánimo, de desánimo real, que pesa hoy más sobre los andaluces que las losas de mármol del Palacio de José Antonio Griñán.

Fuente : diariodesevilla.es

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