lunes, 28 de junio de 2010

C.VALENCIANA - AJUSTE DE CINTURÓN ¿PARA QUÉ?, O PEOR ¿PARA QUIÉN?

El presuntamente impoluto, pulcro e inmaculado Gerardo Camps, Vicepresidente segundo y Conceller de Economía, Hacienda y Empleo de la Comunidad Valenciana nos dice, suelto de palabras y con un grado insoportable de soberbia, como si él no fuera también en que importante grado, responsable de la situación crítica que vivimos en estas tierras nos dice este domingo que «hay que explicar a los valencianos que hay que hacer sacrificios. Habrá más ajustes en próximos años».

Partamos de mi convencimiento, ya explicado una y otra vez en este Blog, de que todos debemos hacer un esfuerzo no sólo para salir de la crisis, sino para no volver a caer en otra igual o peor. Pero aquí, en este nido de deuda y corrupción, tengo todo el derecho del mundo y el mundo del derecho, de preguntarme ajustarnos el cinturón
¿Para qué? Para solventar la más alta deuda improductiva de España. O lo que es peor ¿Para quién? Para pagarle lo que le deben a los cuatro o cinco amigos que con dineros en blanco, en gris y, sobre todo, en negro, se han enriquecido exponencialmente construyendo, inventando, ilusionando realidad productiva a base de grandes eventos.

Pues lo haré bajo protesta, pues será obligación hacerlo, como lo hago con gusto democrático y solidario cuando el Estado Nacional me lo pide. Porque la diferencia del para qué y quién, definen un modelo y un estilo de hacer política. Y el de la derecha valenciana el buque insignia del despropósito económico y productivo.

La deuda de la Comunidad Autónoma creció un 58,26% en el primer trimestre de este año hasta alcanzar los 1.687 millones de euros, el 6,3% de su Producto Interior Bruto (PIB), según los últimos datos publicados por el Banco de España. Y así llevamos más de 10 años, desde que la derecha se adueñó del circo, la fiesta y el despilfarro y se olvidó de la investigación, el desarrollo sostenible, la educación, la inversión productiva y la generación de empleo.

Es más, el Consejo de Ministros firmó esta semana un auxilio extra ordinario de endeudamiento -dado el ahogo-, para la Comunidad Valenciana, a la que se conceden actuaciones a largo plazo por valor de 1.000 millones de euros y otra, a corto plazo por 500 millones, en total 1.500 millones de euros. He sido Alcaldesa, he administrado los bienes públicos y no soy enemiga de la deuda, cuando es necesaria e imprescindible.

Pero la deuda vale, cuando es un balón de dinero fresco que se transforma en infraestructuras, en mejorar la calidad de los servicios sociales, en producir factores de desarrollo, humano y estructural, con vistas al futuro y preparar un ciudad o una comunidad para los desafíos del porvenir. Pero la deuda valenciana es tan inmoral e inconsciente como inconscientes e inmorales son los que la han creado.

Y el barómetro de esa inconsciencia política de la derecha valenciana está en los records que batimos, siendo de los últimos cuando evalúan el nivel educativo de los hijos del futuro, nuestros hijos de hoy.

Cuando somos los primeros en barracones y los últimos en la atención a la salud en tiempo y en forma. Cuando la ley de dependencia no se ha aplicado –con todo el dolor humano que eso significa-, o se ha hecho tarde, cuando el reclamante ya ha fallecido o mal, luego de meses de desesperante espera. Pero eso sí, en negro y/o en pequeñas cuotas para no llamar la atención y evadir los controles, los amigos y los amigos de los amigos de Camps y su derecha, han cobrado a tiempo lo supuestamente debido, más una prima suculenta por la amistad tan productiva, de compartir fiestas de cava, mujeres y canapés a la luz de grandes eventos.

El circuito del amiguismo de la derecha es el gran culpable de una deuda que ahora es de todos cuando fue a parar a muy pocas anos y, además, se la llevaron fuera, sin reinvertirla en la Comunidad.

Camps y su sistema de prebendas, cohechos y favores, del cual Gerardo Camps, el que nos pide ahora ajustar la presilla unos agujeros más, se puede hacer el distraído, pero imposible que le crea cuando se hace el desentendido, estando en el puesto que está, es el desvergonzado, licencioso e inmoral estado de inconsciencia política y personal del PP y la derecha.

Me pregunto junto a Salvatore Moccia, profesor de la Universidad Cardenal Herrera, que en el Levante de este domingo, se interroga en un interesante artículo. ¿Cuánto pesa la conciencia? El se refiere a los empresarios –que no está mal-, yo me permito aplicarlo a los Camps y la derecha, al PP valenciano que tan higiénicos y purificados se nos presentan en sociedad.
¿Cuánto pesa la conciencia política de este tabernario grupo político?
¿Cuándo pesa la conciencia de cada infame protagonista individual?
¿Cuánto su daño físico y/o moral?

Para Moccia, la conciencia es el contenedor de las culpas cuyo peso varía según nuestro juicio de responsabilidad y culpabilidad. Partimos mal, Camps, el PP y la derecha valenciana no son nunca culpables y menos responsables de nada. Para eso está Zapatero. Pero, parafraseando a este magnífico profesor, aquí cierro mi comentario, para dejarles la libertad de evaluar desde la responsabilidad de cada uno y juzgar desde la libertad de cada cual, en relación a cuánto pesa la conciencia del PP y la derecha, especialmente la valenciana, pero extrapolable sin mayor esfuerzo a toda España: El peso de estas conciencias equivale a la suma del peso de las conciencias de todas aquellas personas, con cargos públicos o no, que podrían haber evitado los daños físicos y morales, y no lo han hecho. Que podrían haber vigilado para que no se produjesen, y no lo han hecho.

Que podrían haberlos impedido y no lo han hecho. Que podrían haber construido el bienestar de los demás, y no lo han hecho.

En el caso de que consideren que el PP y la derecha, ya ni tienen conciencia, no se tomen el trabajo de pesarla.

Goria Calero Albal, concejala del PSOE en el Ayuntamiento de Sagunto.

Fuente : eleconomico.es

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