Ni sólo la familia ni siempre la mujer
Artículo de opinión de Xavier Cantera
“Cada vez vivimos más años y sería conveniente que fuera con un grado de calidad de vida cada vez mayor”
Hay unos hechos objetivos que indican la conveniencia y la necesidad de esta Ley de la Dependencia. Cada vez vivimos más años y sería conveniente que fuera con un grado de calidad de vida cada vez mayor.
También es cierto que las personas mayores, además de la edad, suelen tener alguna discapacidad o enfermedad crónica. Se comprueba que las personas con discapacidad también viven cada vez más años y que las personas con alguna discapacidad sobrevenida a causa de un accidente laboral o de circulación viven en el seno de las familias durante mucho tiempo, ya que suelen ser relativamente jóvenes los que sufren este tipo de accidentes.
Ante toda esta población que necesita de la promoción de su autonomía personal para sentirse ciudadanos de primera y de ayuda para poder realizar las actividades básicas de su vida diaria, ¿qué hacemos?, ¿volvemos a descargar la tarea de ayudarlos en la familia?, ¿repetimos la costumbre de que sea la mujer la esclava eterna que cuide a todos? o ¿permitimos que de nuevo sea la mujer quien renuncie a sus proyectos de vida para cuidar a los dependientes de la familia?
No, claro que no, debe ser el Estado. Dice la exposición de motivos de la Ley: “El propio texto constitucional, en sus artículos 49 y 50, se refiere a la atención a personas con discapacidad, a personas mayores y a un sistema de servicios sociales promovido por los poderes públicos para el bienestar de los ciudadanos.
Si en 1978 los elementos fundamentales de ese modelo de Estado del bienestar se centraban, para todo ciudadano, en la Protección Sanitaria y en la Seguridad Social, el desarrollo social de nuestro país desde entonces ha venido a situar a un nivel de importancia fundamental a los servicios sociales, desarrollados fundamentalmente por las Comunidades Autónomas, con colaboración especial del tercer sector (entidades sin fin de lucro), como cuarto pilar del sistema de bienestar, para la atención a las situaciones de dependencia”.
Ante esta toma de postura manifestada por la soberanía del pueblo español en el Congreso de Diputados ya no debe ser la familia, ni en ella sólo la mujer, quienes tengan que poner todos los apoyos que necesitan las personas dependientes y por eso se articula en la Ley el Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia (SAAD) que es público, universal, garantista, integral, igualitario, participativo y personalizado. Aquí no cabe ya lo de: “café para todos”.
La Ley contempla una serie de servicios y prestaciones que el Estado (Central, Autonómico y Local) debe ofrecer a todos (a cada uno el suyo) los que tienen la condición de dependientes pues los necesitan para, como ciudadanos, participar en la vida de su ciudad y realizar las actividades básicas de su vida diaria necesarias para una calidad aceptable y digna de una persona que ha estado trabajando toda su vida, cuidando a una familia y pagando sus impuestos. (Continuará)
Fuente : elseisdoble.com
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