El 'palacio' deshabitado de Cristina
Una residencia para discapacitados en Alcorcón lleva 9 meses cerrada
El edificio, de 7.200 m2 y actualmente vacío, ofrecería 150 plazas
Comunidad y Ayuntamiento se enfrentan por quién tiene que amueblarla
80 familias con personas dependientes a su cargo esperan una solución
La Comunidad dice que pagará el coste de cada plaza cuando esté equipado
En el 'palacio' de Alcorcón de Cristina no hay luz ni agua y la entrada luce candados como puños.
La 'princesa' Cristina pasea por la estancia sin percatarse de los alargados pasillos, las amplias e iluminadas salas y esa piscina con piedrecillas de colores, como de cuento. Tiene 22 años, pero es como una "niña pequeña", y, como tal, sólo detiene la mirada en su madre, Ana, absorta ésta por el vacío de un 'palacio' cerrado a cal y canto: "Se me llevan los demonios, no sólo por mi hija sino porque hay muchas personas como yo".
Ocho meses contaba Cristina cuando salió del vientre de su madre y no halló suficiente oxígeno, lo que derivó en una parálisis cerebral. Como tantas madres, Ana sólo tuvo ojos para su 'pequeña'. Dejó de trabajar. "Ha sido una lucha constante, desde los cuatro años fue al colegio de Educación Especial, pero desde el año pasado ya está todo el día en casa conmigo".
De cargar a Cristina de la cama a la silla, y al coche, y de vuelta a la silla y de vuelta a la cama, a Ana le tuvieron que operar del hombro derecho. "Es consecuencia de llevarla todo el tiempo. Se me ha desplazado el hueso y me han cortado dos centímetros porque me rozaba el tendón".
El pasado mes de agosto pidió a la Comunidad de Madrid una plaza para Cristina en una residencia en vez de la ayuda económica al cuidador que recoge la Ley de Dependencia, que ya le tardó dos años y medio en llegar. 350 euros que todos los meses se van en un abrir y cerrar de ojos en pañales, medicación, enemas... Su marido ha estado en paro y no se pueden permitir pagar una rehabilitación privada.
Ahora su otra hija, Carolina, la "pequeña que siempre actuó como si fuera mayor", va a empezar la Universidad, y Ana se quedará sola con Cristina. Y ya no puede con ese hombro tan machacado.
Alcorcón dice que debe amueblarla la Comunidad porque es la que gestiona la Ley de Dependencia.
Ana no conduce y el único centro de dependientes del municipio, Castilla del Pino, tiene una lista de espera larguísima. Su esperanza está al pie de la M-505, a la salida de la ciudad, donde desde el enero está acabada ya una moderna residencia y centro de día para discapacitados intelectuales que ha construido el Ayuntamiento.
El edificio, de 7.200 metros cuadrados, ofrecería 150 plazas, muchas de ellas para que los discapacitados se quedaran internos en habitaciones que superan con creces las normativas.
"Teniendo este centro aquí me da rabia que Cristina tenga que coger una ruta de una hora para ir a una residencia de día en otro pueblo", explica Ana, que como 80 familias de Alcorcón se encuentra en espera de una solución que no llega mientras aumenta la preocupacion de que sus hijos vayan finalmente a ciudades a varios kilómetros de distancia.
La Comunidad de Madrid, gobernada por el PP, y el Ayuntamiento de Alcorcón, del PSOE, siguen a la gresca mientras se llenan de polvo los pasillos.
'Es una cuestión de justicia social'
"Es una cuestión de justicia social. No se entiende que tengamos un equipamiento de estas características y tengamos a las personas sin atender dentro del municipio. A quien le compete es a la Comunidad de Madrid", explica Emiliana Vicente, directora general de Asuntos Sociales de Alcorcón, que incide en que quien tiene que poner en marcha el centro es la Comunidad, la encargada de desarrolar la Ley de Dependencia.
La Comunidad responde que se ocupará del coste de las plazas cuando el Ayuntamiento la equipe"Ha habido gestiones muy intensas desde 2008, pero ahora nos dicen que nos hagamos cargo del equipamiento después de haber invertido once millones de euros en el centro sin ser nuestra competencia, sólo porque era una demanda vecinal", subraya Vicente. Al centro le faltan la mayoría de intestinos: las camas, el mobiliario, la lavandería, la cocina, las máquinas del gimnasio y camillas para la rehabilitación y el instrumental del centro ocupacional. Y sobre todo, el personal especializado que la gestione.
"Es una broma. No podemos mantener este centro cerrado, e igual le tenemos que dar otro uso porque estamos perdiendo dinero", asegura la responsable municipal frente a la grúa de la piscina, en la planta baja del edificio. "Estoy sería perfecto para mi hija. Yo cada vez que voy a la piscina a hacer rehabilitación con ella me tienen que ayudar a bajarla al agua porque yo no puedo", explica Ana, con los ojos como platos al ver las instalaciones.
"Somos incluso generosos con la Comunidad de Madrid; nos hemos acogido a la normativa y no entendemos por qué se paraliza su funcionamiento, igual es porque estamos en campaña electoral", especula Vicente. Los padres afectados llevan meses recogiendo firmas, pero la posición de la Comunidad es firme.
El edificio es municipal
La construcción y puesta en marcha de la residencia fue una promesa electoral del alcaldeDesde la Consejería de Asuntos Sociales argumentan que el edificio, de titularidad municipal, fue una promesa electoral del alcalde Enrique Cascallana, y que por tanto, le compete al Consistorio amueblarlo. En concreto, el programa electoral de 2003 del PSOE tenía entre uno de sus puntos la "construcción y puesta en marcha" de la residencia.
"Cuando lo hagan nostros correremos gratis con el coste de cada plaza", apunta una portavoz de la Consejería, que cifra entre 2.000 y 4.000 euros mensuales el coste de la atención a cada paciente. Añade además que cuando una asociación construye una residencia que va a gestionar el Gobierno regional siempe el equipamiento corre a cargo de la propia asociación. "Concertaremos todas las plazas que nos pidan", concluyen desde Asuntos Sociales.
Cristina, mientras, es ajena a la polémica. Sigue poniendo alegre "cuando escucha a Bisbal" y no se salta ni una comida. "Para sus comidas es como un reloj; además, aunque tiene problemas de estómago, le gusta todo", dice su madre. Todos los días acude con ella a la piscina municipal, donde 'Cipri', el socorrista, ayuda a la madre a bajar al agua a Cristina a hacer ejercicios con las piernas, ya que cada vez "anda peor".
"Anda de puntillas y le operamos, pero el pie izquierdo lo sigue teniendo completamente metido para dentro", explica Ana mientras lleva en volandas a su hija de un lado a otro de la piscina, pensando quizás en qué bien le iría hacer los ejercicios con un profesional en la piscina de la residencia, esa de las piedrecillas de colores, como de cuento.
Fuente : elmundo.es
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