«La Ley de Dependencia se centra en el apellido y olvida el nombre propio: la autonomía personal»
JOSÉ LUIS ARLANZÓN Presidente del Cermi de Castilla y León y gerente de la asociación Arans-Bur
Este burgalés es desde hace apenas dos semanas, el nuevo presidente del Cermi de Castilla y León, organismo que aglutina en su seno a gran número de asociaciones y entidades de discapacitados, quienes tienen a través de él una voz común, que a veces querrían que fuera escuchada de verdad por las administraciones.
Y sobre todo ahora, en que la aplicación de la Ley de Promoción de la Autonomía Personal y la Dependencia -la mal resumida Ley de Dependencia-, da lugar a una situación que en su opinión, es doblemente discriminatoria para los discapacitados, al no atender sus necesidades como se debiera y además, ser las víctimas de las reducciones presupuestarias estatales sufridas por los Servicios Sociales.
Pregunta.-¿La Ley ha nacido entonces, algo coja?
Respuesta.-Bueno. El origen de su creación estuvo en intentar lograr una mayor atención a las personas mayores que están en situación de incapacidad o soledad. Sin embargo, entidades relacionadas con la discapacidad, entre ellos el propio Cermi, llamaron la atención sobre la necesidad de atender también a los grandes discapacitados, quienes quizás no por edad pero sí por su dependencia de terceras personas para llevar una vida lo más normal posible, se convertían también en personas con necesidad de especial atención.
P.-Pero aunque en la teoría se recoge esta necesidad, finalmente en la práctica el discapacitado sigue algo discriminado...
R.-Sí, porque lo que pasa es que nos hemos quedado con el apellido -la dependencia-, y nos hemos olvidado del nombre -la promoción de la autonomía personal-, que es la que más nos incumbe como agrupaciones de discapacitados. A lo que se suma también el recorte presupuestario que ha hecho que ayudas que teníamos como asociaciones de discapacitados se reduzcan en pos de dar mayor cobertura a la dependencia.
P.-En el modelo tradicional mediterráneo son las familias las que se ocupaban del cuidado de estas personas, pero el modelo del Norte de Europa se basa en una perfecta valoración y organización por parte de las administraciones o asociaciones de estos casos. ¿Ambos son buenos, malos, correctos...?
R.-Personalmente, considero muy positivo el sistema español, porque el enfermo sigue en un entorno que le es conocido y del que no se le desvincula, además de que estas asociaciones -formadas por expertos pero sobre todo por familiares que cuidan del enfermo- son las que mejor conocen la necesidad real de ayudas y atenciones.
Pero también es verdad que en los países del Norte de Europa se distingue perfectamente qué es por ejemplo, un gran dependiente y con ello, qué necesidades y servicios requiere. Servicios que ellos tienen claramente estructurados, y no como aquí donde se vive una situación de 'cajón de sastre', en la que además, las asociaciones nos ocupamosde algunos servicios 'añadidos', como pueden ser la detección precoz del problema, la rehabilitación logopédica o la atención temprana por ejemplo. Y si además se reducen las subvenciones que nos daban para eso, todo se complica.
P.-Y más si no se diferencia muy bien discapacidad de dependencia, como creo que está ocurriendo...
R.-Claro, ese es otro error, unir una cosa a la otra cuando ni todos los discapacitados son dependientes ni todos los dependientes son discapacitados, y esta diferencia desgraciadamente no se recoge. Por ello, el Cermi sí tiene cierta preocupación por el rumbo de la implantación de estas ayudas y servicios en la región. Por ello insistimos en que debería distinguirse una y otra claramente, como sí pasa en algunas otras regiones donde dicha distinción comienza incluso en los propios organismos regionales donde ya hay consejerías o gerencias de Servicios Sociales por un lado, y órganos centrados en la discapacidad por otro, claramente separados.
P.-Pero sí es verdad que, al margen de esta nueva ley y volviendo al mundo de la discapacidad que usted conoce bien -como responsable que es de la asociación de personas sordas Arans-Bur-, sí ha visto cambios importantes a lo largo de estos años en torno a la discapacidad.
R.-Por supuesto, cambios que han ayudado no sólo a un mejor desarrollo social e integración de la persona discapacitada sino a otra mentalidad en la propia sociedad en la que ésta convive. De ser una cuestión de cierta reclusión social y personas a las que surtir de servicios, se ha pasado a tratarles como a iguales -y a formarles partiendo de sus características específicas-, que devuelven a la sociedad esa ayuda multiplicada por diez en forma de impuestos, de cotizaciones por su trabajo o de avances de los que se beneficia toda la sociedad. Por ello, uno de nuestros empeños es romper con esa idea falsa de que la discapacidad es cara.
P.- ¿Cuáles son esos avances?
R.- En concreto en la discapacidad auditiva, la lengua de signos, la detección precoz en los hospitales y los implantes, que si bien son una gran ayuda no solucionan completamente el problema. Tras la detección se inicia el estudio de cada caso al no haber dos niños sordos iguales ni dos sorderas iguales, como tampoco hay un método común. Así como de otros factores que también influyen en el proceso, como la integración de la sordera en la propia familia, si ésta se implica o por el contrario lo ve como un problema que les supera... Y ahí entramos nosotros desde que nos hacemos cargo del niño con apenas 6 meses de edad, siguiendo un método en el que abogamos por implicar a la familia.
P.- Lo que ya es en sí un cambio pues antes era normal enviar al niño fuera, a centros especiales.
R.- Sí, nosotros reforzamos ese cambio de mentalidad porque en nuestra opinión no era bueno apartarle de su entorno familiar, privando así a ambas partes de la relación y el aprendizaje mutuo. Un ejemplo práctico que nosotros vemos cada día desde que se puso en marcha en 1982, es el comedor infantil de nuestro centro, donde niños sordos conviven con otros que no lo son y los resultados son magníficos. Porque la integración del niño desde pequeño da lugar a adultos integrados por un lado, y tolerantes por otro.
P.- Y a proyectos de integración futura de esos adultos, como es el caso del centro de empleo MQD, cuya labor es requerida hoy desde todos los puntos de España.
R.- Sí, MQD (Mira lo que te digo), es un ejemplo de que es posible integrar a personas con discapacidades sí, pero también con habilidades que nos ayudan a todos. Por ejemplo: aquí realizamos subtitulado de programas, reuniones y eventos para entidades públicas y privadas de toda España -siendo más de un centenar los que hacemos al año-. Pero también de reportajes que luego se emiten en ruidosas estaciones o aeropuertos y que todo el mundo -sordos o no- utiliza 'leyéndolos' para enterarse de lo que está viendo. Eso tan común hoy era impensable hace unas décadas, y de ser algo pensado originariamente para suplir una deficiencia, hoy le es útil a todo el mundo.
P.- Pero queda mucho por hacer...
R.- Sí claro. Y para ello, desde el Cermi seguiremos pidiendo por ejemplo, que se nos consulte al estudiar mejoras o elaborar leyes y reglamentos sobre discapacidad, así como conseguir que la integración del discapacitado no sólo se logre en el área social sino también en el mundo laboral, la educación...
Y ya al hablar de la sordera, luchar para que ésta deje de ser invisible logrando sumar la accesibilidad comunicativa a la arquitectónica, y que señales visuales o luminosas sean tan comunes como los rebajes de bordillos en las aceras, por ejemplo.
Fuente : elcorreodeburgos.com/noticias
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